El efecto invernadero se produce como consecuencia de la existencia en la atmósfera de gases como el CO2 o el metano que dejan pasar la energía lumínica del sol, pero dificultan la dispersión de la energía calorífica desde la superficie terrestre al exterior de la atmósfera.
Para comprender mejor lo que el efecto invernadero supone para nuestro planeta, vamos a poner un ejemplo práctico:
Si un día vamos a la playa y dejamos el coche al sol:
Los cristales del coche se comportan como los gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera, que dejan pasar la radiación solar que entra, pero impiden el paso a la radiación térmica que sale, haciendo que la temperatura de la superficie terrestre aumente.
El principal gas de efecto invernadero es el CO2, que se produce en todas las combustiones: motores de los vehículos, calefacciones domésticas, industrias, grandes incendios, etc., también es expulsado por todos los seres vivos en la respiración.
Pero por suerte los vegetales consumen enormes cantidades de CO2 en la fotosíntesis, liberando O2 a la atmósfera. Es por eso MUY IMPORTANTE que cuidemos y mantengamos adecuadamente los vegetales: plantas herbáceas, arbustos y árboles que forman nuestros bosques, así como las algas y demás plantas marinas como zosteras y posidonias.
Muchos animales como los moluscos o los corales también emplean el CO2 para formar sus conchas o esqueletos.
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