La intervención del profesor D. Joan Ramón Laporte Roselló en una Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados no tiene desperdicio. En ella D. Juan Ramón explica de manera clara, científica y rigurosa no solo que estas "vacunas" empleadas contra el coronavirus no son vacunas en el sentido estricto, sino que son un gran experimento completamente nuevo al que se ha sometido a un gran sector de la población mundial gracias a la urgencia y al miedo, también se indica que no se sabe las consecuencias que este experimento podrá tener a largo plazo.
Pero, ¿En qué consiste la diferencia esencial entre las verdaderas vacunas, las anteriores (que por cierto han salvado millones de vidas humanas) y estas "vacunas" las nuevas contra el coronavirus, que todavía no sabemos ni su efectividad ni sus consecuencias?
Las vacunas clásicas son suspensiones de microorganismos (muertos o atenuados) o productos microbianos -generalmente toxoides (toxinas desactivadas)-, antígenos que se administran a un individuo para estimular su respuesta inmunitaria contra el microorganismo en cuestión.
Las "vacunas" de Pfizer y Moderna usan una nueva tecnología: introducen en nuestro cuerpo un material genético RNA mensajero que es capaz de dar la orden a nuestras células (miles de millones de células) para que -en vez de sintetizar proteínas propias- se pongan a fabricar en sus ribosomas numerosas copias de la proteína spike de la cubierta viral, nuestro Sistema Inmune al reconocer esas moléculas spike como no propias creará anticuerpos para neutralizarlas. La estrategia es perfecta y es una muestra palpable del avance de la ciencia y la investigación........ pero el control de ese proceso es muy complicado y las prisas son muy malas consejeras. ¿No se habrá hecho todo esto con demasiada rapidez?
Hay muchas afirmaciones que se suelen asumir de tanto repetirlas: En todos los telediarios hemos oído frecuentemente que "las vacunas contra el coronavirus son seguras" y eso, dicho así tan a corto plazo y con rotundidad por "epidemiólogos" nos dice mucho de su rigor científico y de su desconocimiento de la Farmacología. Las personas expertas en Farmacología saben perfectamente que nunca se pueden saber las consecuencias que produce un medicamento o un tratamiento nuevo hasta que no pasa el tiempo.........y se estudia el caso detenidamente y con rigor.
Para empezar ya tenemos muchos casos de "Síndrome de Trombocitopenia Protrombótica Inmune Inducida por la Vacuna" de Astra-Zéneca (VIPIT) y también de Cardiomiopatías (pericarditis o miocarditis) debidas a las vacunas de Pfizer y Moderna.
Hay ejemplos muy ilustrativos que incluso han impulsado y potenciado la creación de organismos internacionales y el desarrollo y planificación de estrictos mecanismos de farmacovigilancia:
- El caso de la Talidomida (Ver entrada del día 1 de abril de 2019): En que un medicamento utilizado para evitar las náuseas en las embarazadas (que era "seguro"), causó más de 10.000 casos de gravísimos problemas teratogénicos en los recién nacidos.
- El caso de los estrógenos sintéticos DES Dietilestilbestrol (Ver entrada del 5 de abril de 2019) que se utilizó para evitar abortos espontáneos y partos prematuros, (que también era "seguro") y produjo entre otras consecuencias cáncer vaginal prematuro y grave en las hijas de una de cada mil mujeres que habían tomado estos estrógenos.
Y , POR PONER UN EJEMPLO, AQUÍ LA REACCIÓN DE UN "MEDIO DE INFORMACIÓN", PARA QUE JUZGUEN UDS.
"Cree el ladrón que todos son de su condición.............."
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