Como hemos visto en la entrada del día 6, los linfocitos T citotóxicos, que expresan CD8, son activados por las células infectadas por virus, que presentan en su membrana su Complejo Mayor de Histocompatibilidad de clase I y el correspondiente antígeno viral. Al activarse el linfocito se desencadena la proliferación de células activas (que vimos en esa entrada) y células de memoria.
Los linfocitos T de memoria son importantísimos en la respuesta inmunitaria, se originan después de una infección primaria y son los encargados de la defensa en posteriores infecciones producidas por el mismo agente infeccioso.
Precisamente al vacunarnos contra una enfermedad generamos gran cantidad de linfocitos T de memoria que serán los encargados de atacar al patógeno si este intenta infectarnos con posterioridad. Una característica muy importante de este tipo de linfocitos es que tienen una larga vida media. Se ha calculado que linfocitos T de memoria generados por una infección de viruela permanecían activos 75 años después. Este periodo tan largo de supervivencia se debe a la expresión de proteínas antiapoptóticas que evitan su muerte celular programada.
Cuando un microorganismo patógeno nos produce una infección se provoca una respuesta primaria que es débil y lenta (puede tardar hasta una semana en producirse) pero si ese mismo microrganismo nos infecta de nuevo se produce una respuesta secundaria mucho más potente y muy rápida (1 o 2 días) Son precisamente los linfocitos T de memoria los encargados de esa respuesta.
Como a lo largo de la vida se van sufriendo distintas infecciones, se van acumulando en el organismo linfocitos T de memoria específicos de todos los gérmenes que nos han infectado durante toda la vida, es por eso que las personas de edad avanzada presentan una proporción de estos linfocitos mucho mayor que la que poseen los individuos jóvenes que han sufrido pocas infecciones.
Estos linfocitos de memoria, a diferencia de los linfocitos T sin activar que solo se localizan en los tejidos linfoides, se pueden encontrar en tejidos no linfoides, por ejemplo en las mucosas, por lo que pueden atacar al patógeno mucho más rápidamente y con mayor efectividad.
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