Si nos hablan de animales de laboratorio lo más lógico es pensar en cobayas, ratones o conejos, aunque en ciertas ocasiones se han empleado en la investigación otros mamíferos o incluso algunas especies de insectos como la mosca del vinagre o de la fruta Drosophila melanogaster, a la que debemos los descubrimientos más importantes en el campo de la genética.
Pero hoy vamos a hablar de un organismo muy singular, se trata de Caenorhabditis elegans, un gusano nematodo que tan solo mide 1mm de longitud y que ha resultado ser un organismo idóneo para el estudio del desarrollo y del fenómeno de apoptosis. Este nematodo se alimenta de bacterias y es hermafrodita aunque en sus poblaciones hay un escaso número de individuos masculinos. Presenta un estoma o boca en la parte anterior del cuerpo, una faringe, un tubo digestivo y las gónadas (los individuos machos un solo testículo y los hermafroditas dos ovarios con sus oviductos, una cámara para almacenar el esperma y un útero.
Se trata por tanto de un organismo muy pequeño y muy fácil de manejar, sus estructuras se transparentan al microscopio óptico y su periodo vital es de 14 a 21 días. Se da la ventajosa circunstancia de que es un organismo eutélico, es decir en su fase adulta presenta siempre un número de células constante (959 células) lo que es muy útil para el estudio de los diferentes linajes de células durante el desarrollo.
Caenorhabditis elegans es el primer organismo en el que se pudo descifrar su información genética (en el año 2002). Posee 12 cromosomas en los que están localizados unos 20.000 genes. Su genoma está formado por casi 97 millones de pares de bases nitrogenadas. La experiencia con este nematodo ha sido decisiva al emprender las investigaciones para descifrar el genoma humano.
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