Son muchos y variados los testimonios de personas que dicen haber visto objetos volantes no identificados, en su mayoría muy brillantes y moviéndose a gran velocidad. Otros cuentan que los han visto en tierra, incluso algunos dicen haber tenido algún tipo de contacto con seres de otros mundos. Con todos mis respetos hacia esas personas, su testimonio es insuficiente para la ciencia. Para dar un fenómeno como cierto hay que demostrarlo sin ningún género de dudas y hoy por hoy, todavía no se ha demostrado que exista vida extraterrestre por muy primitiva que esta sea.
Nuestro sol, los planetas y satélites que lo acompañan, forman parte de un gran conjunto de estrellas y planetas conocido genéricamente como galaxia, que en nuestro caso, la conocemos como Vía Láctea. Se estima que nuestra galaxia contiene del orden de 200.000 a 400.000 millones de estrellas y considerando que estas estrellas tengan sistemas planetarios, podríamos decir, y seguro que nos quedamos cortos, que existen otros tantos planetas y satélites. Pero el universo no es solo la Vía Láctea, sino que consta de miles de millones de galaxias. Es fácil por tanto imaginar la enorme cantidad de posibles mundos que pueden existir.
Para que se genere vida en un planeta, como en el caso de la Tierra, es necesario que se den unas condiciones físico-químicas muy especiales. No es fácil que se repitan, pero dada la “casi” infinita cantidad de mundos posibles, suponemos que en algún sitio se tienen que repetir. Se considera por tanto que existe una alta probabilidad de que el fenómeno vida se produzca en otras partes del universo, incluso que haya evolucionado a formas inteligentes. Otra cosa muy distinta es que lleguemos a contactar con seres extraterrestres, siendo uno de los motivos, las grandes distancias que nos separan. Nuestra galaxia, (nosotros estamos en la parte externa), tiene un diámetro aproximado de 120.000 años luz, es decir, la luz que viaja a 300.000 kilómetros por segundo tarda en llegar al otro lado de la galaxia 120.000 años. Por hacer una pequeña comparación, nuestra naves espaciales viajan a 25.000 kilómetros hora aproximadamente, es decir, unos 7 Km. por segundo. El sistema estelar Alfa Centauri, el más próximo a nuestro sol, está a unos 4,5 años luz. Con nuestra tecnología actual tardaríamos miles de años en llegar hasta allí. ¿Pero podemos viajar a la velocidad de la luz, máxima velocidad alcanzable, (teoría de la relatividad especial de Einstein)? Nosotros no, pero sí podemos mandar información a esa velocidad en forma de ondas de radio. Llevamos unos 100 años generando y enviando ondas de radio. Se supone que a algunos sitios tienen que llegar, aunque todavía no hayan recorrido grandes distancias. Tal vez, dentro de 120.000 años y al otro extremo de nuestra galaxia, alguien se pueda deleitar viendo como Hiniesta le marca un gol a Holanda haciendo que España gane el campeonato mundial de futbol. Lo malo es que los gritos de ¡gol!, si es que los mandan, tardarían otros 120.000 años en llegar.Nuestros radiotelescopios, detectan gran cantidad de ondas de radio que proceden del espacio exterior, algunas muy extrañas y de origen desconocido, pero a ninguna se le ha atribuido de momento, un origen inteligente. ¿Cómo sería la vida en otro paneta? Los elementos químicos que conforman la Tierra, son los mismos que existen en el Universo, aunque en diferentes proporciones. El elemento básico de la vida en la Tierra es el carbono. Sus características químicas le permiten formar cadenas que, junto a hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, entre otros, constituyen grandes complejos moleculares característicos de los sistemas vivos. El silicio tiene propiedades similares, pero al contrario que el carbono, sus uniones con el hidrógeno son muy inestables y con el oxígeno eternas. Consideramos por tanto, que al igual que en la Tierra, la estructura material de la vida, tiene que ser a base de carbono. Los seres primitivos de un sistema de vida extraterrestre, podrían ser muy parecidos a los primigenios organismos terrestres. Otra cosa muy distinta sería su posterior desarrollo y evolución, siempre que se llegara a producir.
La estructura y configuración de un ser humano, es el resultado de un proceso evolutivo muy complejo que ha durado millones de años y ha tenido que ver con aleatorios cambios en su código genético y con las circunstancias ambientales, que, a buen seguro, no serán las mismas que en otros lugares del Universo. Si existen seres inteligentes más allá del sistema solar, no tienen por qué ser como nosotros en forma y tamaño, no tienen por qué tener apariencia humana. Si algún día se demuestra que existe vida extraterrestre, sería sin lugar a dudas, un descubrimiento extraordinario, y mucho más si encontramos vida inteligente.
Ildefonso Vara García
(Catedrático de Ciencias Naturales)
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