Suele suceder que, cuando oímos nuestra voz en una grabación, no la reconozcamos. La causa de tan sorprendente hecho es el medio por el que el sonido llega al oído.
Pero hay otro modo de transmisión del sonido hasta el oído interno. Para diferenciar ambos, puedes hacer una sencilla prueba.
Coge un objeto, como puede ser un lápiz, golpéalo con la uña de un dedo y escucha el sonido producido.
Luego muerde el lápiz y golpéalo de la misma manera que antes: percibirás un sonido, pero distinto al anterior porque, ahora, las ondas sonoras pueden llegar a tu oído interno a través de la mandíbula y los huesos del cráneo, sin que intervengan ni el oído externo ni el oído medio.
Éste es el mecanismo por el que, cuando hablamos, los sonidos producidos por nuestras cuerdas vocales llegan a nuestro oído interno. Mientras que el sonido de nuestra voz, procedente de una grabadora, llega a través del aire.
Y esto también explica lo que se dice que hacía Beethoven cuando se quedó sordo: unía el extremo de una varilla al piano y mordía el otro extremo. Parece ser que sufrió una sordera de transmisión, por otosclerosis con fijación del estribo, y con su oído interno sano podía percibir el sonido transmitido
Araceli del Cañizo
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