viernes, 14 de diciembre de 2018

Un lago de origen glaciar en una zona "poco glaciar". (Colaboración de mi amigo y colega Ildefonso Vara)

Tal vez si preguntásemos a personas de forma aleatoria, dónde creen que se encuentra el mayor lago de origen glaciar de la península ibérica, muchos responderían que en el norte de España, probablemente en Pirineos. Y estarían equivocados porque la respuesta correcta es en el noroeste de la provincia de Zamora, en la comarca de Sanabria que da nombre al famoso lago. 



























El Lago de Sanabria o también llamado lago de Villachica tiene unas dimensiones nada desdeñables: su superficie es de 368,5 hectáreas, con una profundidad máxima de 55 m. y 997 m de altura sobre el nivel del mar. Su longitud es de 3.178 m, la anchura máxima es de 1590 m. en su parte oeste y perpendicular a su eje longitudinal, y la zona más estrecha, hacia su parte central, tiene 906 m.


























¿Pero qué hace ese lago allí y cómo se formó? El Lago de Sanabria se asienta en una zona montañosa formada por rocas de tipo granítico muy antiguas, de cientos de millones de años; pero que en épocas geológicas más recientes, en el Terciario, sufrieron los movimientos compresivos de la orogenia alpina aumentando su altura sobre el nivel del mar. Esto provocó que en la altiplanicie de la Sierra Segundera y sierras vecinas, en los últimos episodios glaciares del pleistoceno (entre 10000 y 90000 años aprox.) se instalara un extenso manto de hielo, del cual irradiaban lenguas glaciares en todas las direcciones, destacando sobre todos ellos, la artesa glaciar del Tera y la cubeta del Lago de Sanabria. Se trata, por tanto, de un glaciarismo de meseta o de "altiplanicie divergente", posiblemente el ejemplo más significativo del país.

El cauce preglaciar del Tera fue aprovechado por una de estas lenguas glaciares, la más importante sin duda, que alcanzó más de 15 km. de longitud.  Su potencia y actividad explican la típica forma de artesa que en la penillanura de la Sierra Segundera presenta el actual valle del Tera.  El máximo desarrollo del glaciar se alcanzaba en la confluencia de los valles del Tera, Cárdena y Segundera, aumentando de manera espectacular el volumen del hielo y su actividad modeladora en el sector donde se encuentra el Lago de Sanabria, donde el espesor del hielo pudo alcanzar los 400m., decreciendo paulatinamente hacia la zona este del lago donde se acumularon grandes cantidades de rocas de diferentes tamaños (morrenas) disponiéndose en forma de arcos a medida que disminuía la intensidad del glaciar.

Hace unos 10000-15000 años la glaciación cedió por completo, el hielo desapareció apareciendo una gran zona deprimida por sobreescavación del hielo y flanqueada por una barrera rocosa formada por los arcos morrénicos. El rio Tera inundó la zona sobrescavada  (Lago de Sanabria) y se abrió paso entre los arcos morrénicos siguiendo su cauce actual.

























Aunque ya se oyen voces que pregonan lo contrario, El Lago de Sanabria afortunadamente, goza de una buena salud ambiental y no precisamente por los cuidados y normativas que surgen de la administración autonómica, ni por el “ejemplar” comportamiento del millón de visitantes anuales que recibe, sino por sus propias características naturales. Me explico, el río Tera vierte sus aguas al lago y de su lado opuesto surge de nuevo. Es como si el río Tera desembocara en un punto del lago y volviera a nacer en el punto opuesto, lo que proporciona al lago una importante tasa de renovación con un tiempo de residencia media de 9 meses. Además, su profundidad y características batimétricas hacen que el agua se estratifique por temperatura, es decir, el agua fría en la parte inferior y la caliente o menos fría y más oxigenada en la superior. Cuando llega del invierno, el agua que está en la parte superior se enfría, aumenta su densidad y se mezcla con el agua de las zonas profundas que asciende hacia la superficie. Todo esto supone: una renovación anual de sus aguas, una mezcla del agua entre las diferentes zonas y un aporte de nutrientes a las zonas profundas, especialmente de oxígeno, esenciales para la vida en el fondo. En la actualidad y de momento, se trata de un lago de aguas limpias, oligotrófico (bajo contenido en sales) y bien oxigenado.

Por último, quisiera referirme a la tragedia ocurrida en su historia reciente. Unos hechos que no conoce mucha gente y que me gustaría recordar en memoria de las 144 personas que perdieron la vida en la madrugada del 9 de enero de 1959.
En la zona alta de la sierra no visible desde el lago, se construyó, o mejor dicho se mal construyó, una presa para aprovechamiento hidroeléctrico. Esta es también conocida como presa rota o presa de Vega de Tera. 

Dada mi afición a la pesca, la he visitado muchas veces y a mí siempre me ha parecido una tapia grande, no una presa. 
Lamentablemente, no duró mucho ya que, al poco tiempo de ser llenada, la presa cedió. 8 millones de metros cúbicos de agua arrastrando rocas y árboles se precipitaron violentamente cañón abajo salvando un desnivel de más de 600 metros en menos de 20 minutos. Tal riada en forma de avalancha impactó sobre el pueblo de Ribadelago destruyéndolo casi en su totalidad. Aunque el lago aumentó ligeramente de nivel, amortiguó el impacto e impidió que la tragedia se extendiera al pueblo siguiente: Galende. Hubo 144 víctimas de todas las edades y solo fueron rescatados 28 cuerpos, por lo que 116 quedaron sepultados en el fondo del lago para siempre. Descansen en paz.

Ildefonso Vara García 
Catedrático de Biología y Geología


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