martes, 8 de marzo de 2022

Los usos malvados de la Ciencia: 3 La guerra biológica

Sigue siendo verdad eso de que "sin ciencia no hay futuro", pero los científicos cuando investigan no tienen en cuenta la maldad y la falta de escrúpulos de los terroristas o de algunos dirigentes políticos y económicos que suelen aprovecharse de los descubrimientos de la Ciencia para utilizarlos de forma ilegítima y criminal, o en esa "actividad" tan despreciable, miserable e inhumana: la guerra.

En la guerra se emplean todas las armas que están al alcance de los combatientes: palos, piedras, armas blancas, aceite hirviendo, armas de fuego, productos químicos, misiles, bombas nucleares, y claro, no podían faltar las armas biológicas.

Se denomina guerra biológica a la utilización durante una contienda de microorganismos (como virus de la viruela,  bacterias de la peste o del muermo,....),  productos microbianos (toxinas bacterianas) o animales (víboras, escorpiones,....) para hacer daño al enemigo, que puede morir envenenado o enfermar, lo cual inutiliza para la batalla a ese individuo y a las personas que lo tienen que cuidar. (Para hacernos una idea del poder destructivo de estas armas basta recordar que tan solo un gramo de toxina botulínica es suficiente para matar a  más de un millón de personas.)

La guerra biológica se ha utilizado desde la antigüedad

Hay constancia de que en ciertas ocasiones el imperio Hitita, que gobernó Anatolia hasta el siglo XII a. C, envió hacia los campos enemigos ovejas enfermas de tularemia.

En el año 590 a. C.  el ejército ateniense utilizó una planta venenosa (eléboro) para envenenar el suministro de agua de la ciudad sitiada de Crisa, cercana a Delfos.

En el siglo IV a.C. los escitas untaban flechas con veneno de serpiente o excrementos para matar a sus enemigos o para que se infectaran las heridas.

En el año 184 a.C. el general cartaginés Aníbal utilizó recipientes de arcilla con serpientes venenosas para lanzarlos sobre la cubierta de los barcos enemigos y en el año 198 d.C, en Hatra (Irak) lanzaron contra el ejército romano vasijas de arcilla llenas de escorpiones.

Durante la Edad Media se arrojaban, utilizando catapultas, cadáveres de fallecidos por peste bubónica contra las ciudades asediadas como ocurrió en la ciudad de Kaffa y en 1710 las tropas rusas hicieron lo mismo en el asedio de la ciudad de Reval (Tallin).

En el siglo XVIII en los Estados Unidos hubo varias lugares como Pittsburgh y Pontiac, donde se utilizó material infectado de viruela para conseguir que los indios enfermaran. En el siglo XIX se emplearon como arma en diversas ocasiones gérmenes de la viruela y el sarampión.

En el siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes desarrollaron un programa de guerra biológica y también en Los Estados Unidos se investigó con bacterias del ántrax y muermo. Los avances en el conocimiento de la biología de los microorganismos durante este siglo permitieron el uso de cultivos puros de microorganismos en la Segunda Guerra Mundial. Aunque en el Protocolo de Ginebra de 1925 se prohibía el uso de armas químicas y biológicas, se siguió investigando en este campo en distintos países.

Durante la Segunda Guerra mundial el Ejército Imperial Japonés usó armas biológicas como pulgas portadoras de peste, contra soldados y civiles chinos. También contaminaron las aguas del rio Horustein con bacterias de la fiebre tifoidea.

Como respuesta a la guerra biológica llevada a cabo por Alemania y Japón, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá desarrollaron un ambicioso programa de guerra biológica utilizando como armas los gérmenes de la Tularemia, Ántrax, Brucelosis y la toxina botulínica.

Durante la Guerra Fría Estados Unidos, la Unión Soviética y otras naciones siguieron investigando en el campo de la microbiología para el uso de gérmenes en la guerra biológica.

En el año 1972 se firmó un "Tratado de prohibición de armas tóxicas y biológicas" que incluía los programas de desarrollo, producción y acumulación de microorganismos o sus productos venenosos, pero a pesar de que el Tratado fue firmado por 137 países hoy se sabe que la investigación para la guerra biológica sigue funcionando y un ejemplo conocido es el proyecto Biopreparat llevado a cabo por la Unión Soviética. Las investigaciones más modernas se dirigen no solo a conseguir gérmenes mas efectivos - por medio de la manipulación genética se pueden transformar los microorganismos para conseguir una mayor transmisibilidad y una mayor resistencia a los antibióticos- también se pretende mejorar los mecanismos de diseminación (diferentes tipos de bombas u ojivas, para lograr una mayor eficacia y precisión en la consecución de sus pretendidos efectos. En un informe del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial de la Universidad de Cambridge se afirma: "las armas biológicas del futuro, armadas con inteligencia artificial y manipulación genética tendrían el poder de atacar un ADN específico y potencialmente eliminar únicamente ciertas razas en concreto sin afectar a las demás". en dicho informe se advierte además que "La tecnología se está volviendo cada vez más sofisticada a precios cada vez más baratos, democratizando la capacidad de hacer daño de manera más rápida y letal. En un caso particularmente negativo, podría construirse un arma biológica para atacar a un grupo étnico específico en función de su perfil genómico".

En el año 2001 (Siglo XXI) los ataques con Ántrax en los Estados Unidos conmocionaron a la opinión pública. 

Las armas biológicas más peligrosas:

- Clostridium botulinum bacteria que produce el botulismo y genera la toxina más potente que se conoce

- Yersinia pestis bacteria que produce la peste bubónica

- Bacillus anthracis bacteria que produce el ántrax

- Francisiella tularensis bacteria que produce la tularemia

- Vibrio cholerae bacteria responsable del cólera

- Virus de la viruela

- Virus del ébola

- Virus del grupo de los Bunyavirus

- Virus del grupo de los Coronavirus ¿os suena de algo?


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