sábado, 29 de abril de 2023

¿CÓMO SE FORMÓ LA TIERRA?

Hace unos 4600 millones de años, lo que es hoy el sistema solar, era una enorme nube de cenizas: gas, partículas y polvo interestelar, resultado probable de una explosión cósmica anterior. La nube, a causa de su propia gravedad, se concentró girando sobre si misma como un enorme torbellino aumentando su temperatura hasta que el hidrógeno comenzó a fusionarse. La nube, en principio opaca a sus propias radiaciones, generó más y más energía hasta que finalmente, comenzó a brillar convirtiéndose en una protoestella que se transformaría en nuestro Sol.

No todas las partículas de la nube formaron parte de la primitiva estrella, muchas quedarían situadas sobre un enorme disco plano, algo parecido a los anillos de Saturno, orbitando alrededor de la estrella. Los planetas y el resto del sistema solar se formaron en este plano. Esto explica que todos los planetas a excepción de Plutón, orbitan en el mismo plano y siguen el sentido contrario de las manecillas del reloj. La radiación procedente del Sol empujaría las partículas ligeras hacia la parte externa del disco, por lo que los planetas interiores cercanos al Sol son sólidos y rocosos y los exteriores grandes y gaseosos.

El “enjambre” de partículas del disco planetario era de muy diversos tamaños, siendo frecuente las colisiones ente ellas. Las más grandes retendrían por gravedad a las más pequeñas aumentando progresivamente su tamaño, formándose de esta manera los primeros embriones planetarios, como fue el caso de nuestro planeta. Los continuos y abundantes impactos recibidos por la Tierra primitiva producirían tal cantidad de energía que llevarían al planeta a un estado fundido semejante a una masa de lava, donde los materiales más pesados, como el hierro, se situaron hacia el centro y los más ligeros, como los silicatos, en la parte externa, lo que se conoce como diferenciación planetaria. Por otro lado, los materiales volátiles, vapor de agua principalmente, anhídrido carbónico y otros gases, formarían una primitiva atmosfera densa alrededor de la Tierra. A medida que el bombardeo de meteoritos iba decreciendo, la parte externa comenzó a enfriarse y solidificarse formando una especie de costra sólida, la primitiva corteza, que permitió mantener la energía interna de la Tierra, energía primigenia que se conserva en la actualidad. Al mismo tiempo, al disminuir la temperatura, el vapor de agua comenzó a precipitarse en forma líquida sobre la superficie, dando lugar a la formación de los primitivos mares y océanos.

La Tierra tiene un radio medio de 6370 Km. Salvo pequeñas perforaciones o sondeos de unos pocos kilómetros, viajar al centro de la Tierra es pura ciencia ficción. Para determinar su estructura interna, nos basamos en métodos indirectos o geofísicos, como por ejemplo, el estudio y seguimiento de las ondas sísmicas al desplazarse por el interior de la Tierra. Esto nos permite establecer un modelo de estructura que es muy similar, incluso en sus proporciones, a la estructura de un “huevo duro”.

La Tierra presenta tres partes claramente definidas: La más externa es la CORTEZA, de un espesor medio entre 10 y 60 km. (cáscara del huevo), a continuación, el MANTO, con 2900Km. de espesor (parte blanca del huevo) y finalmente el NÚCLEO, de unos 3300 km. de radio (parte amarilla del huevo). Este núcleo como dijimos anteriormente, es de carácter fundamentalmente metálico y se encuentra a unos 6000ºC, mantiene al manto en un estado semifluido y provoca la formación de corrientes o movimientos de masas fluidas a gran temperatura.

Ahora imaginemos que nuestro huevo tiene su cáscara fragmentada en trozos, como si lo fuéramos a pelar. De igual manera, la corteza terrestre está fragmentada en trozos o placas, que no se mantienen quietas, sino que se mueven lenta, pero de forma constante por las corrientes producidas en el manto. Es lógico pensar que entre estas placas se produzcan choques o fricciones, a veces muy violentos, que se manifiestan en forma de sismos o terremotos que afectan a los asentamientos humanos de zonas próximas. (Turquía, Siria, más de 50.000 víctimas, ciudades completamente arrasadas, febrero2023.) Estos límites o zonas de colisión entre placas tectónicas son los lugares de la corteza donde con mayor probabilidad se producen estos fenómenos y la mayoría de las manifestaciones volcánicas.

Se estima que la actividad tectónica o movimiento de las placas comenzó hace unos 3000 a 4000 millones de años. Esta actividad fue responsable de la formación de los continentes que desde entonces, se han estado moviendo, juntándose y separándose varias veces hasta conformar la posición actual, que no será la misma que tendrán en un futuro. Actualmente, los continentes se mueven unos pocos centímetros al año. Nada perceptible a escala humana, aunque las cosas serán diferentes dentro de millones de años.

El núcleo terrestre es como una inmensa bola de hierro y otros metales que se mueve o gira de manera independiente al resto de la Tierra. Esto provoca la formación de un campo magnético que tiene varias consecuencias. Entre otras cosas, atrae hacia sus polos las partículas cargadas de alta energía procedentes del viento solar, que al interaccionar con las moléculas de la atmosfera, forman esos espectaculares resplandores conocidos como auroras, boreal en el norte y austral en el sur. De no ser así serían muy peligrosas para el desarrollo y evolución de los ser vivos. Además, muchos animales en sus desplazamientos migratorios parece que se orientan gracias al campo magnético terrestre.

El eje de giro del núcleo varía constantemente y no coincide con el eje giro de la Tierra, por lo que el norte magnético, que es lo que señala la brújula, no coincide con el norte geográfico y forma con este un pequeño ángulo (declinación magnética). A lo largo de la historia de la Tierra, este ángulo, ha sido mucho mayor, incluso el norte magnético se ha situado en posiciones próximas al sur geográfico (inversión de polaridad). Estos cambios se han producido de manera bastante brusca a escala geológica pero no a escala humana. Que varíe la intensidad del campo magnético terrestre o que se modifique la posición de sus polos es algo que ha ocurrido siempre y no debe preocuparnos de momento.

Ildefonso Vara García

(Catedrático de Ciencias Naturales)

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