El virus de la gripe aviar se detectó por vez primera en Italia en el año 1878 y 77 años después fue descrito por Werner Schäfer que lo clasificó como un virus del tipo influenzavirus A, pertenece al grupo de los Orthomyxoviridae y es un virus RNA, por lo que su capacidad de mutación es muy alta. Afecta de forma natural a las aves pero puede infectar también a algunos mamíferos como focas, visones, cerdos o gatos, además de a la especie humana.
El reservorio natural de este virus son las aves acuáticas, esencialmente patos, que son bastante resistentes a la infección viral. Mucho más vulnerables son las aves de corral, especialmente las gallináceas. Si el virus se introduce en una explotación avícola se extiende con gran rapidez y letalidad transmitiéndose por vía aérea, por secreciones, heces o materiales contaminados.
En España el primer caso de gripe aviar confirmado tuvo lugar en el verano del 2006. Cuando el virus aparece en una granja avícola hay que proceder al sacrificio de todas las aves y estar particularmente atento a las explotaciones más próximas. La Organización Mundial de la Salud ha remarcado el riesgo que puede suponer este virus, en particular la cepa H5N1, en el desarrollo de una pandemia en el hombre, por lo que los gobiernos deben estar preparados para una posible emergencia.
La primera infección en el hombre por este virus se detectó en Hong Kong en el año 1997, coincidiendo con un gran proceso epidémico en aves, se infectaron 18 personas, el 60% desarrolló neumonía, alcanzándose una mortalidad superior al 30%. Desde entonces se han contabilizado cerca de 1000 infecciones en seres humanos con una mortalidad de más del 50%.
La enfermedad cursa con síntomas muy semejantes a la gripe común: tos, dolor de garganta, secreción nasal, fiebre, dolor de cabeza, fatiga y dolor muscular, en los casos más graves dificultad respiratoria, vómitos, diarrea y se puede desarrollar un proceso neumónico e incluso puede producirse la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario